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Cannabis medicinal en Bogotá: determinan rendimiento y alcance en tres variedades

 Además de estar presente como producto en pomadas, cremas o gotas con compuestos activos que alivian el dolor muscular, combaten el insomnio y tratan padecimientos graves, su uso se ha expandido hacia escenarios como el textil, cosmético, y de alimentos y bebidas, y las exportaciones han ido creciendo, con un gran salto entre 2020 y 2021.

En tres variedades de Cannabis sativa sembradas en la Sabana de Bogotá se determinaron las condiciones en que la planta obtienen más nutrientes. Fotos: Wendy Andrea Ladino Fandiño, magíster en Ciencias Agrarias de la UNAL


Agencia de noticias UNAL.- En este contexto, y debido al vacío de información en cuanto al rendimiento fisiológico y fenológico de la planta, la investigadora Wendy Andrea Ladino Fandiño, magíster en Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), evalúo la siembra, en condiciones de suelo y sustrato, de tres variedades de Cannabis sativa que se producen en la Sabana: Souce cauca, Higthcol y Calotoweed, con el interés de trazar una hoja de ruta para que los productores obtengan cultivos de la mejor calidad posible, y evitar pérdidas económicas por desconocimiento.

En el estudio se analizaron parámetros del crecimiento de la planta, de su composición química

y de la producción de cannabinoides.

 La investigación se adelantó en la finca El Candil, en inmediaciones del Humedal de La Conejera, en Suba. Allí se sembraron, en junio de 2020, las tres variedades proporcionadas por una reconocida empresa de este sector, a partir de plántulas de 4 semanas de edad. Todo se realizó en condiciones de invernadero con una temperatura promedio de 17 oC, humedad relativa de 76,21 %, y luz tanto natural como artificial.

La clave está en el sustrato en el que se sembraron las plantas: en algunos tratamientos se realizaron en el suelo del invernadero, que tiene una textura francoarcillosa, mientras que en otros se implementó un sustrato comercial a base de 70 % de fibra de coco y 30 % de perlita. Después se trasplantaron a materas plásticas y allí se hizo un seguimiento riguroso de todas sus características fisiológicas, químicas y de rendimiento.

Las plantas se dividieron en dos grupos, el primero se sembró en condiciones de suelo y el segundo

en sustrato comercial.

 Según la magíster, “solo teníamos información de otras investigaciones en torno al cáñamo, que aunque es la misma especie tiene características diferentes, por lo que la escala se ajustó para el cannabis medicinal de las variedades usadas en el estudio, determinando 5 etapas principales y los días en que ocurren, que van desde el crecimiento vegetativo (desarrollo de las hojas, formación de brotes laterales y elongación del tallo) hasta la formación del fruto (desarrollo y maduración).

Por otro lado, se recolectaron ramas, incluyendo hojas y tallos, a los 15, 30, 46, 60 y 90 días después del trasplante, para realizar análisis completos de nutrientes. Se determinó que el sustrato retiene una mayor cantidad de nutrientes (iones) comparado con las condiciones de suelo; además, se estableció la curva de extracción de estos nutrientes en las condiciones del experimento, lo cual es un aporte valioso, aunque requiere de más investigaciones.

Sin embargo, ocurrió algo interesante, y es que las plantas sembradas en el sustrato presentaron estrés nutricional y producían más cannabidiol, lo cual no sucedió en las plantas que estaban en el suelo del invernadero, que tenían un mejor porte visual, pero no un mejor rendimiento en estos compuestos.

Estos hallazgos ayudarían a tener mejores rendimientos en los cultivos para la producción de aceites,

cremas y pomadas medicinales de Cannabis sativa. Foto: archivo Unimedios.

 “Se observó que las plantas de estas variedades de cannabis ‘aman’ el nitrógeno, por lo que, a diferencia de otros cultivos como el de papa, tomate o las flores, necesitan cantidades mucho mayores; así, se necesitan planes de fertilización acordes con estas necesidades, y que eviten la acumulación de otros minerales como hierro, cobre y zinc, que no son los más indicados para su desarrollo medicinal”, indica la investigadora Ladino.

Añade que, “aunque este es un sector competitivo en el país, se sabe poco sobre el cultivo; la información que tenemos sobre parámetros de cosecha en general viene de otros países de Europa, o de Canadá, que tiene un gran desarrollo en este campo, por lo que es necesario determinar qué ocurre en las condiciones de cultivo en el trópico, y del rendimiento de los extractos y la flor de esta planta”.

Los algoritmos de machine learning aportan al reconocimiento de cultivos ilícitos.

Según el Ministerio de Justicia y del Derecho, a septiembre de 2023 el país registraba 31,7 hectáreas de cultivo de plantas de cannabis no psicoactivo, y 19,4 que sí lo son. La legalización del cannabis para uso medicinal se dio a penas en 2016, por lo que es una industria en crecimiento que aún está consolidando muchas bases, aunque en el país este cultivo se ha dado desde hace mucho tiempo, pero la ilegalidad ha opacado las investigaciones sobre su rendimiento.

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