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Sur joven y norte envejecido: la edad también divide a Bogotá


El envejecimiento de la población está transformando la forma en
que se organizan las ciudades.
Fotos: Archivo Unimedios
agenciadenoticias.unal.- El envejecimiento poblacional avanza más rápido de lo que la ciudad está preparada para asumir. Según el DANE, el porcentaje de personas mayores de 60 años en Colombia pasó del 9,2 % en 2005 al 15,9 % en 2024. Así mismo, en 2023 el Fondo de Población de las Naciones Unidas estimó que para 2051 el país alcanzará su punto máximo de población con una estructura marcadamente envejecida. En Bogotá, el índice de envejecimiento ya llegó a 72 personas mayores por cada 100 menores de 15 años, frente al promedio nacional, que es de 60.

Julieth Andrea Parra Hincapié, especialista en Análisis Espacial de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), explica que este cambio afecta no solo la forma en que se planifica la ciudad, sino también cómo se organiza la vida cotidiana, por ejemplo los servicios, la movilidad, los espacios públicos y la vivienda.

“Más allá de que seamos más adultos mayores, el problema es cómo respondemos como sociedad y como ciudad. Si no hay entornos asequibles, seguros y pensados para distintas edades, se profundiza la segregación etaria y aumentan los riesgos de aislamiento, especialmente en una etapa de la vida en la que el apoyo social es esencial”, señala.

Cómo se hizo el mapa de la edad

Además de los ingresos, en Bogotá la edad empieza a
marcar una nueva frontera urbana.
Para comprender cómo se distribuyen las generaciones en la capital, la investigadora analizó más de 2.700 secciones censales del Censo Nacional de Población y Vivienda 2018 del DANE, las cuales agrupan varias manzanas con características similares de tamaño, densidad y nivel socioeconómico. Este grado de detalle permitió observar dónde se concentran los diferentes grupos de edad —niños, jóvenes, adultos y adultos mayores— y cómo se relaciona esa distribución con la pobreza y la disponibilidad de servicios urbanos.

El estudio también incluyó una medición de accesibilidad y co-accesibilidad, es decir, cuánto pueden coincidir distintas generaciones en los mismos espacios urbanos. A partir de la distancia que una persona puede recorrer caminando en 10 minutos, la investigadora Parra calculó qué tan cerca están los habitantes de cada grupo etario de los principales servicios y espacios públicos, y en qué sectores hay más posibilidades de encuentro entre edades.

Además, con apoyo de herramientas de análisis espacial y sistemas de información geográfica (SIG), elaboró una serie de mapas que muestran los contrastes por edad, nivel de pobreza y acceso a equipamientos urbanos. Para ello cruzó la información poblacional con datos sobre parques, centros culturales, bibliotecas y polideportivos, identificados a partir de registros abiertos de la ciudad.

En barrios como Cedritos, Chicó o Galerías se concentra
población mayor, propietaria y con mejor acceso a servicios.
Así, evidenció que los niños y adolescentes se concentran en el sur y suroccidente —Bosa, Usme, Ciudad Bolívar y San Cristóbal—, en donde persisten altos niveles de pobreza multidimensional, es decir carencias que van más allá del ingreso y que incluyen limitaciones en educación, salud, vivienda, empleo y acceso a servicios básicos. Estas zonas también presentan menor disponibilidad de equipamientos urbanos como parques, centros culturales o centros asistenciales, lo que restringe las oportunidades de desarrollo y bienestar para las nuevas generaciones.

En contraste, el norte y el centro —Chapinero, Teusaquillo, Barrios Unidos, Chicó y Usaquén— concentran más adultos mayores (personas de 60 años o más), en su mayoría propietarios que han permanecido por décadas en barrios consolidados, con mejores condiciones de infraestructura, servicios públicos y espacio público de calidad.

Allí también hay más parques y centros culturales o comunitarios, lo que refleja una ciudad envejecida en sectores con más estabilidad económica y mayor acumulación de patrimonio, pero también con riesgo de aislamiento social, pues las dinámicas barriales cambian y cada vez hay menos presencia de familias jóvenes.

La segregación por edad no es un fenómeno aislado, se relaciona con el encarecimiento del suelo, el tipo de vivienda disponible y la capacidad de los hogares para permanecer en ciertos sectores. “Los adultos mayores permanecen en barrios tradicionales, con viviendas grandes y consolidadas, mientras que los hogares jóvenes, más numerosos y con menores ingresos, se desplazan hacia zonas periféricas en donde los costos son más bajos, pero también hay menos servicios”, amplía la especialista Parra.

En Colombia el porcentaje de personas mayores de 60 años
pasó del 9,2 % en 2005 al 15,9 % en 2024
Además, el estudio señala que la configuración física de las viviendas influye en esta brecha. Muchas casas en sectores antiguos —como Teusaquillo, Barrios Unidos o el nororiente capitalino— no se adaptan fácilmente a nuevas dinámicas familiares, lo que limita la movilidad residencial y refuerza la permanencia de los adultos mayores en barrios envejecidos.

Espacios sin mezcla generacional

Con respecto a la co-accesibilidad, la investigación mostró que las zonas con mayor presencia de adultos mayores son las que presentan menos mezcla generacional alrededor de parques, bibliotecas y centros culturales, especialmente en el centro y nororiente de Bogotá, en donde predominan los valores más bajos de co-accesibilidad.

“No se trata de que falten equipamientos, sino de que estos no propician el encuentro. Hay parques y bibliotecas, pero no necesariamente son espacios en los que coincidan distintas generaciones”, señala. En cambio, en el sur y suroccidente, donde vive la población más joven, la co-accesibilidad es mayor y hay más posibilidades de intercambio entre edades, lo que puede fortalecer el capital social y el sentido de comunidad.

“El mercado de vivienda agrava la segregación por edad. En los barrios en donde predomina la propiedad, como Chapinero o Teusaquillo, hay más adultos mayores y menos arriendo, lo que dificulta la llegada de nuevos hogares jóvenes. Reducir los tamaños de vivienda o promover proyectos que combinen distintos grupos etarios ayudaría a equilibrar esa composición”, advierte la especialista Parra .

Considera además que “el debate no pasa por eliminar la concentración etaria, sino por evitar que esta se traduzca en aislamiento. Tener grupos concentrados facilita planificar servicios, pero cuando las generaciones viven completamente separadas se rompe el tejido social. El intercambio entre edades es fundamental para fortalecer la empatía, el aprendizaje mutuo y el sentido de comunidad, aspectos que no se logran si cada grupo habita su propio fragmento de ciudad”.

De la planificación a la vida cotidiana

En Lucero, El Tunal o Candelaria La Nueva predominan familias
jóvenes en arriendo y con menos acceso a espacios públicos.
Entre las recomendaciones del estudio está incorporar en la planeación urbana criterios intergeneracionales: redes peatonales seguras, vivienda flexible y equipamientos que favorezcan el encuentro.

“Una ciudad amigable con las personas mayores también es una ciudad mejor para todos. Necesitamos barrios en donde los mayores puedan permanecer, pero en donde también se reciban nuevas generaciones; más parques, bibliotecas y redes peatonales que faciliten el movimiento y la interacción cotidiana”.

“Es urgente fortalecer el sistema de cuidado con una visión territorial. Durante una década invertimos en la primera infancia, ahora debemos pensar en el cuidado de la vejez, en cómo acompañar a quienes serán mayoría en pocos años”, menciona.

El estudio de la especialista Parra no solo revela una geografía invisible de la edad, sino que además pone sobre la mesa el desafío de diseñar ciudades que no aíslen por generaciones.

Con más de un millón de bogotanos que superan los 60 años y una expectativa de vida en aumento, pensar una ciudad intergeneracional deja de ser una opción y se convierte en una urgencia. “Si las generaciones no se encuentran, no se reconocen. Y una ciudad que no se reconoce a sí misma termina fragmentada”, concluye.





San Juan de Dios; reparación de una deuda histórica con la salud pública, la ciencia y la memoria del país.

En un hecho histórico para la salud pública y el patrimonio cultural de Colombia, el Gobierno del presidente Gustavo Petro aprobó el Documento CONPES 4162 de 2025, que declara la recuperación del Hospital San Juan de Dios y del Instituto Materno Infantil como un proyecto de importancia estratégica para el país y como política de Estado.

La decisión, avalada por el Consejo Nacional de Política Económica y Social (CONPES) y el CONFIS, asegura la continuidad de los recursos y las inversiones necesarias hasta el año 2034, garantizando que la restauración del complejo hospitalario avance más allá del actual periodo de gobierno.

El documento, formulado por el Departamento Nacional de Planeación (DNP) en coordinación con el Ministerio de Salud y Protección Social y el Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes, contempla una inversión total de $1,67 billones de pesos, de los cuales $1,61 billones serán ejecutados por el Ministerio de Salud entre 2026 y 2034, y $61 mil millones por el Ministerio de las Culturas en 2027, mediante vigencias futuras.

El presidente Petro destacó que esta decisión marca un punto de inflexión en la defensa de lo público, la protección del patrimonio y la dignificación de la vida, al convertir en política de Estado una lucha ciudadana de más de dos décadas.

La ministra de las Culturas, Yannai Kadamani, resaltó que “gracias al trabajo conjunto entre la Nación y el Distrito, y al compromiso del Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes, muy pronto este patrimonio podrá ponerse al servicio de la salud y del bienestar colectivo. Es un paso más en nuestro propósito de que los espacios culturales sean también lugares de cuidado, vida y transformación”.

La directora del DNP, Natalia Irene Molina Posso, señaló que la aprobación de este documento demuestra el sentido social de la planeación:

“Cumplimos el compromiso del Plan Nacional de Desarrollo de devolverle al país el San Juan de Dios como patrimonio de todas y todos, y demostramos que recuperar lo público sí es posible cuando se responde a una demanda popular con voluntad política. Hoy dejamos un precedente: una lucha ciudadana puede convertirse en una política de Estado”.

Un patrimonio que vuelve a la vida

Fundado en 1564, el San Juan de Dios fue el primer hospital del país y uno de los más importantes de América Latina. En sus instalaciones se realizaron las primeras cirugías de alta complejidad, se formaron generaciones de médicos y se desarrollaron avances reconocidos internacionalmente, como el Método Madre Canguro en la década de 1970.

Su arquitectura combina elementos coloniales y republicanos con estructuras del siglo XX, y refleja cinco siglos de historia médica, científica y cultural. Por su valor patrimonial, fue declarado Bien de Interés Cultural de la Nación mediante la Ley 735 de 2002.

El CONPES 4162 define la hoja de ruta para su recuperación integral, que incluye estudios técnicos, reforzamiento estructural, adecuación de edificaciones, construcción de nuevos bloques hospitalarios y la dotación con equipos biomédicos y tecnología de última generación.

Un símbolo de salud y dignidad

La reapertura del complejo hospitalario beneficiará a más de 4,1 millones de personas, con una infraestructura proyectada de 600 camas, 180 consultorios y más de 100 espacios especializados, entre ellos quirófanos, UCI, laboratorios y salas de diagnóstico. Se estima que para 2034 se realicen cerca de 466 mil consultas especializadas anuales, consolidando al San Juan como centro nacional de atención de alta complejidad, docencia e investigación biomédica.

En diciembre de 2024 se entregó restaurado el Edificio Mantenimiento, que albergará el Centro Nacional de Simulación y Telesalud, dedicado a la formación médica y la innovación científica. Actualmente, trece edificios más se encuentran en obra, con entrega prevista para el primer semestre de 2026.

Con la aprobación del CONPES 4162 el Gobierno del Cambio reafirma que el patrimonio sí importa. Que los símbolos no se derriban: se restauran, se dignifican y se devuelven al pueblo.

La recuperación del San Juan de Dios no es solo la reapertura de un hospital, sino la reparación de una deuda histórica con la salud pública, la ciencia y la memoria del país.

Compensación por tala de árboles en Bogotá no garantiza equilibrio ecológico

Entre 2016 y 2020 se registraron en Bogotá más de 105.000 intervenciones en
el arbolado urbano, entre talas, podas y traslados.
Foto: archivo Unimedios.
agenciadenoticias.unal.- El Manual de silvicultura urbana para Bogotá, presentado por la Secretaría de Ambiente de Bogotá, establece que toda intervención en el arbolado debe garantizar la continuidad de las relaciones ecosistémicas, pero la ciudad mantiene un déficit evidente frente a este principio.

La verificación en campo desarrollada por Laurenst Rojas Velandia, magíster en Gobierno Urbano de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), estableció que los árboles retirados en localidades densamente pobladas como Kennedy, Suba y Engativá fueron compensados con nuevas siembras en zonas periféricas como Usme y Sumapaz.

“Tales redistribuciones no garantizan la recuperación de beneficios ambientales en los barrios más afectados, donde la sombra, la regulación térmica y la calidad del aire son necesidades inmediatas”.

“El problema no es que se siembren árboles, sino que se siembran lejos de donde se talaron; así, la comunidad que perdió el beneficio ambiental nunca lo recupera. Un árbol en Usme no compensa la sombra que se perdió en Kennedy ni regula la temperatura en Suba o Engativá”, señala el investigador.

El sistema de compensación en la ciudad funciona a través de permisos de intervención autorizados por la Secretaría Distrital de Ambiente a entidades públicas, constructoras o particulares que requieren talar o trasladar árboles para obras y proyectos. Estas intervenciones se deben compensar con la siembra de nuevos ejemplares. Siendo así, la administración distrital advierte que por cada árbol talado se deben sembrar 8 nuevos.

Según la Organización Mundial de la Salud en el mundo debería existir al menos un árbol por cada tres habitantes, pero las cifras distritales muestran que en Bogotá la relación es de 0,17 árboles por cada habitante. La ciudad afronta un déficit de al menos 1.243.761 árboles para cumplir con la norma ambiental, y aunque la ciudad cuenta con 1.434.455 árboles, su población de más de 8 millones requiere cerca de 2,6 millones para alcanzar el equilibrio ecológico mínimo. 

Inconsistencias que ponen en duda la transparencia ambiental

Toda intervención en el arbolado debe garantizar la continuidad
de las relaciones ecosistémicas.
Foto: archivo Unimedios.
Para llegar a estos hallazgos, el magíster Rojas comparó los listados oficiales entregados por la Secretaría Distrital de Ambiente con recorridos de verificación en distintas localidades. Así confirmó que alrededor del 78 % de los árboles reportados sí estaban en el terreno, un 8 % no se pudo localizar por falta de datos claros, y el 13 % restante simplemente no existía en los sitios señalados, lo que evidencia inconsistencias en la compensación.

“Más que contar cuántos árboles se plantaron, los recorridos muestran que la información oficial tiene vacíos y no permite dimensionar claramente la efectividad de la compensación. Sin datos confiables, la ciudadanía no logra medir la magnitud de la pérdida ni exigir correctivos a las autoridades”, subraya el magíster.

El problema radica no solo en las cifras sino en la forma como se ejecuta la compensación, lo cual lleva a que el modelo, lejos de equilibrar el ecosistema urbano, se limite a cumplir un requisito administrativo de reposición numérica que no conserva las relaciones ecológicas propias de cada territorio.

Bogotá enfrenta un déficit de al menos 1.243.761 árboles para
cumplir con la norma ambiental.
Foto: María Fernanda Londoño, Unimedios.
También constató las dificultades para acceder a la información oficial sobre tala y compensación. Los registros entregados por las entidades responsables resultaron incompletos, y en varios casos presentaron inconsistencias que impidieron un seguimiento claro de los árboles reportados. La falta de datos precisos no solo obstaculizó el trabajo de verificación, sino que también expone un problema de transparencia en la gestión ambiental del Distrito.

“La política de transparencia debe garantizar que la información sea asequible y entendible para cualquier ciudadano. Sin datos claros, la participación ciudadana se reduce y la rendición de cuentas pierde eficacia”, afirma.

Dos visiones enfrentadas sobre el valor del árbol

La conceptualización del árbol en la política pública resultó ser otro elemento central del estudio. Según el magíster, existen dos visiones predominantes de este recurso ambiental: una “ecocapitalista”, que concibe el árbol como un bien que se valora por los beneficios económicos que produce, y una visión “ecológica”, que lo entiende como parte de un entramado vital con suelos, agua, fauna y clima.
Los árboles talados suelen reponerse en lugares distintos, sin seguimiento
claro y con limitaciones en el acceso a la información.
Foto: Laurenst Rojas Velandia, magíster en Gobierno Urbano de la UNAL

Según la jurisprudencia y los tratados internacionales revisados, la perspectiva adoptada en Colombia se acerca a la segunda; sin embargo en dicho modelo persisten las fracturas. Un ejemplo ilustrativo es la emblemática avenida 68, donde la ejecución de obras demandó la tala de cientos de árboles. Aunque se realizaron compensaciones en otras áreas, el impacto ambiental y social en los barrios afectados fue inmediato.

Casos como este muestran que la política actual no responde a las necesidades del entorno inmediato ni a las exigencias del Manual de silvicultura, que orienta la gestión del arbolado en la ciudad.

Ciudadanía y control social sobre la política ambiental

La investigación también destaca el papel de la ciudadanía en la evaluación de las políticas ambientales, planteando que el estudio no se reduce al voto, sino que implica exigir información, verificar resultados y cuestionar las decisiones de la administración. En ese sentido, la metodología propuesta le permite a cualquier persona ejercer control social sobre la gestión ambiental.

Laurenst Rojas Velandia, magíster en Gobierno Urbano de
la Universidad Nacional de Colombia.
Entre las recomendaciones se encuentran: articular la planeación urbana con los planes de siembra y capacitar a los funcionarios para facilitar el acceso ciudadano a los datos.

El magíster Rojas insiste en que el desafío para Bogotá es replantear el modelo de compensación y avanzar hacia una gestión ambiental que cumpla estándares internacionales, fortalezca la transparencia y promueva un verdadero control ciudadano.

Fibra de coco fortalece los suelos donde crece el arándano

En los últimos años el arándano se ha convertido en uno de los cultivos más prometedores de Colombia.
Foto: ERMAL META/AFP
agenciadenoticias.unal.- El fertirriego es una técnica que combina riego y fertilización en un solo paso y se ha convertido en una de las claves para el cultivo eficiente del arándano. Así, los nutrientes se disuelven en el agua y llegan directamente a las raíces a través de tuberías, mangueras y goteros, lo cual permite nutrir cada planta con precisión y sin desperdicios.

El ingeniero agrícola Carlos González Murillo, profesor de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Bogotá, experto en fertirriego sobre sustratos, ha trabajado por más de 10 años en esta área y compartió su experiencia durante una charla ofrecida en la XXV Agroexpo, en donde presentó avances y recomendaciones para aplicar esta técnica en cultivos como flores, y más recientemente en arándanos.

Profesor Carlos Alberto González Murillo, del Departamento
de Ingeniería Civil y Agrícola de la UNAL.
Foto: María Fernanda Londoño de la Hoz, Unimedios.
Esta técnica funciona especialmente bien cuando se cultiva sobre sustratos artificiales como la fibra de coco, la cascarilla de arroz o la corteza de pino. Estos materiales permiten crear camas sobre el suelo, que protegen las raíces de enfermedades y ofrecen condiciones más controladas. En el caso del arándano, la fibra de coco es ideal porque tiene un pH ajustable —perfecto para esta planta, que prefiere suelos entre 4,5 y 5,5—, y además facilita la aireación y la retención de agua sin generar encharcamientos

“Este tipo de producción sobre sustrato comenzó a expandirse en Colombia debido a la necesidad de enfrentar problemas como el hongo Fusarium oxysporum, que afecta cultivos en suelo tradicional, especialmente en flores como el clavel y la rosa. Dicho microorganismo ataca las raíces y bloquea el transporte de agua y nutrientes en la planta causando marchitamiento; aunque una de las plantas que más ataca es el plátano, aún no se usan sustratos en sus suelos”, explica el experto.

Las técnicas de riego son fundamentales para tener cultivos más productivos.
Fotos: Foto: archivo Unimedios
Comenta además que “empezamos a trabajar en esto cuando una de las principales empresas floricultoras del país llegó a la Universidad buscando soluciones, pues a los dos o tres años sus cultivos en suelo estaban perdiendo productividad”.

“Desde entonces el uso de sustratos ha demostrado ser una herramienta eficaz; hoy entre un 40 y 50 % de los cultivos de rosa y clavel se siembran en sustratos como fibra de coco o cascarilla de arroz, y esa misma tecnología se está empezando a aplicar con éxito en el arándano”, destaca.

Estas técnicas surgieron para combatir la acción del hongo Fusarium oxysporum
en los cultivos de clavel y rosa.
Por ejemplo en Sotaquirá (Boyacá) ya hay unas 120 hectáreas de arándano sembradas en sustrato, y se espera que en los próximos años esa cifra llegue a las 300 hectáreas, gracias a los buenos resultados que ha demostrado esta técnica.

Fórmula para un cultivo más eficiente

El potencial del sustrato de fibra de coco es notable: puede durar entre 2 y 4 años sin perder sus propiedades físicas, permite una alta densidad de siembra, mejora la eficiencia del riego y reduce el uso de fertilizantes.

El coco y sus derivados, entre ellos la fibra, son aliados perfectos para
los cultivos de arándano en el país.
“Además el país tiene condiciones climáticas y geográficas ideales para producir esta fibra localmente, en particular en regiones como el Pacífico colombiano o el departamento del Cesar, lo que evitaría depender de importaciones desde países como India o Indonesia”, anota el ingeniero González.

Agregó que otros cultivos estratégicos, como el aguacate Hass o el cannabis medicinal, también se beneficiarían del uso de sustratos y fertirriego, aunque aún falta investigación adaptada a cada uno.

El cannabis medicinal también se beneficiaría de esta técnica, pero aún hace
falta más investigación en Colombia.
“Es fundamental que todos los productores comprendan que si tienen sustratos homogéneos pueden aplicar cantidades iguales de agua y nutrientes, lo que hace más eficiente todo el sistema. Ese es el corazón del fertirriego: la uniformidad y el control”, explica.

Según la agencia gubernamental Procolombia, el arándano es un cultivo que ha logrado cuadruplicar su producción desde el 2019; además en 2023 Colombia exportó más de 638 kilos de este alimento, generando más 3,3 millones de dólares.

Por eso, tener cada vez más una mejor producción de arándano es fundamental para los productores, lo cual ya se está implementando en lugares como Sotaquirá y Tenjo (Cundinamarca), con el conocimiento aportado por el profesor González y su equipo de trabajo, quienes ofrecen una técnica para potenciar de manera importante la capacidad de este cultivo para soportar suelos que no tienen la acidez que necesita, fortalecer las raíces y la respiración de la planta, y por ende sus frutos.







Boyacá y Cundinamarca son dos de los departamentos en donde ya hay empresas que utilizan sustratos para producir arándano.



Procuraduría investiga presunto detrimento patrimonial en el estadio El Campín

La Procuraduría General de la Nación investiga a los directores del Instituto Distrital de Recreación y Deporte de Bogotá D. C., Pedro Orlando Molano Pérez y Blanca Inés Durán Hernández, por presunto detrimento patrimonial en el estadio Nemesio Camacho “El Campín”, por aproximadamente $ 4.700 millones.

La decisión también acoge al subdirector técnico de parques de la misma entidad, Javier Orlando Suárez Alonso.

El ente disciplinario confirma las posibles anomalías en las liquidaciones efectuadas por concepto de permisos de aprovechamiento económico de los espacios del centro deportivo, los cuales se otorgaron a los equipos de fútbol del distrito y a una empresa de telefonía por parte del Instituto, en calidad de administrador del citado escenario deportivo.

A su vez, el Ministerio Público comprueba la presunta omisión de verificación o seguimiento al uso dado a dos locales en el estadio.

Finalmente, la Procuraduría Primera Distrital busca esclarecer los hechos que son objeto de investigación ordenándose la práctica de las pruebas necesarias.

Se reporta caso de enfermedad en el hígado por automedicación de Ligandrol

El daño encontrado en el hígado obedece
específicamente al Ligandrol.
Foto: Nicol Torres, Unimedios.
Juan Pablo León Linares, estudiante de último semestre de Farmacia de la UNAL, quien participó en el seguimiento del caso, menciona que el paciente había iniciado cambios en su estilo de vida a mediados de febrero, incluyendo prácticas de gimnasio y una dieta alta en proteínas.

No tenía antecedentes médicos relevantes, y debido a su actividad física comenzó a consumir varios suplementos, entre ellos creatina, tiamina, omega 3 y un suplemento con varios compuestos (niacina, ácido glutámico y vitaminas del complejo B, entre otros), además del controvertido Ligandrol, que suele promocionarse para aumentar la masa muscular y la fuerza.

Los primeros síntomas aparecieron el 25 de abril cuando el paciente notó un color amarillo en sus ojos y piel, lo que clínicamente se conoce como “tinte ictérico”, que se da por la acumulación de bilirrubina en la sangre.

Este suplemento no se encuentra avalado por el Invima.
Foto: archivo Unimedios.
Inicialmente en el Hospital María Auxiliadora de Mosquera lo diagnosticaron con hepatitis, pero ante la demora en el diagnóstico definitivo y el tratamiento, pidió la salida voluntaria y buscó atención médica en el Hospital de La Samaritana.

El estudiante León relata que “el paciente fue atendido por el área de medicina interna y los exámenes paraclínicos que se le hicieron revelaron hiperbilirrubinemia, un aumento en las transaminasas y una hipercalemia, es decir exceso de calcio en los huesos”.

El Ligandrol se promociona como suplemento para el rendimiento deportivo.
Foto: Nicol Torres, Unimedios.
Luego de descartar posibles causas virales, los médicos hicieron una exploración clínica (anamnesis) y sospecharon un daño en el hígado inducido por medicamentos, específicamente por Ligandrol. El diagnóstico se confirmó el 31 de mayo mediante una biopsia hepática (estudio de una muestra de tejido tomada del hígado).

“El Ligandrol es un modulador selectivo de los receptores de andrógenos (SARM) que se promociona para aumentar la masa muscular y ósea. Sin embargo, su uso no está aprobado por las autoridades sanitarias y representa un riesgo significativo para la salud”, explica el estudiante León.

La falta de garantía sobre la seguridad o eficacia de este suplemento
aumenta la incertidumbre de los daños que puede ocasionar.
Foto: archivo Unimedios.
Esto se confirma en la alerta sanitaria reciente que hizo la Dirección de Medicamentos y Productos Biológicos del Invima, en la cual se enfatiza en la comercialización ilegal de este producto y de otro conocido como Testolone.

En el documento de la alerta n.o 100-2024 se lee: “Estos productos NO cuentan con registro sanitario emitido por el Invima. Por lo anterior, su comercialización en el territorio nacional es ilegal [...]. De acuerdo con la normatividad sanitaria vigente, los productos fraudulentos no cuentan con un registro sanitario, por lo tanto no ofrecen garantías de calidad, seguridad y eficacia, representando un riesgo para la salud de los consumidores”.

Las automedicaciones pueden dejar graves complicaciones en la salud.
Foto: archivo Unimedios.
Al respecto, el estudiante explica: “hicimos un análisis exhaustivo de farmacovigilancia y encontramos en la literatura 7 reportes de caso en tres motores de búsqueda, y también tres alertas sanitarias, una de las cuales es precisamente la del Invima. Al aplicar los criterios de causalidad de Bradford Hill determinamos que el Ligandrol sí puede generar un daño hepático (DILI) de patrón colestásico o mixto”.

El análisis también se hizo en los otros suplementos, utilizando escalas de validación que permiten establecer la causalidad de un daño en el hígado inducido por medicamentos.

“Encontramos que la creatina, la vitamina A, el ácido glutámico y la niacina tenían puntajes muy altos; sin embargo, complementando con el análisis de Bradford Hill, y basándonos en el componente de gradiente, determinamos que el Ligandrol era el que tenía más posibilidades de generar el daño hepático”, precisó el estudiante León en el programa Desde la Botica, emitido por Radio UNAL.

La preocupación que manifiestan expertos es la tendencia actual de recurrir a la automedicación y al consumo indiscriminado de suplementos, pues erróneamente se cree que estos productos son seguros por no requerir receta médica. Sin embargo, como se evidencia en este caso, las consecuencias pueden ser graves.

¿Qué índice de hambre oculta tiene Bogotá?

 La Veeduría Distrital entregó los resultados preliminares de una encuesta que está realizando en Bogotá para identificar el índice del hambre oculta en las familias capitalinas. El estudio tiene como propósito alertar sobre los hogares que, si bien no sufren índices de pobreza extrema, sí presentan casos de alimentación deficiente y comidas no completas.

“Venimos haciendo seguimiento a los datos sobre seguridad alimentaria para evidenciar la calidad de los víveres que las personas consumen, de igual forma la cantidad de veces que acceden a los mismos”, expresó Viviana Barberena, veedora Distrital.

Los resultados hasta la fecha indican que: “El 60 % de los hogares tienen las tres comidas diarias, de ellos solo el 40 % ingieren productos de alta calidad nutricional algunas veces en la semana, es decir verduras, frutas, proteínas, entre otras. Ahí queremos llamar la atención”, indicó Barberena.

Así mismo, el informe detalla que “el 34 % de los hogares solo pueden garantizar entre una y dos comidas al día”. Estos datos se complementan con un estudio realizado por la misma entidad en 2023, donde se reveló que “el 5 % de la población tiene una dieta pobre, el 10 % tiene una dieta limítrofe y el 85 % restante logra consumir una dieta aceptable”.

El informe preliminar señala que las localidades con mayores dificultades para acceder a alimentos nutritivos son Bosa, Suba, Kennedy, Engativá y Usaquén, donde el 48 % de los hogares pertenecen al estrato 1 y el 32 % al estrato 2.

De otro lado, advierte que las familias destinan sus mayores ingresos al pago del arriendo, servicios públicos y créditos, y menos de $600 mil pesos mensuales para la compra de productos de la canasta familiar.

La encuesta se realizará hasta finalizar el mes de mayo de 2024, al momento han participado 3.100 hogares. Barberena invitó a los bogotanos a hacer parte de la misma para poder tener un mayor universo del hambre oculta en la ciudad. Las repuestas no requieren dar información personal como nombres o cédula y cuentan con confidencialidad.

Los resultados del estudio serán presentados a la Administración Distrital para buscar acciones que permita reducir esta problemática.

Ingrese a la encuesta aquí

Cannabis medicinal en Bogotá: determinan rendimiento y alcance en tres variedades


 Además de estar presente como producto en pomadas, cremas o gotas con compuestos activos que alivian el dolor muscular, combaten el insomnio y tratan padecimientos graves, su uso se ha expandido hacia escenarios como el textil, cosmético, y de alimentos y bebidas, y las exportaciones han ido creciendo, con un gran salto entre 2020 y 2021.

En tres variedades de Cannabis sativa sembradas en la Sabana de

Bogotá se determinaron las condiciones en que la planta obtienen

más nutrientes.

Fotos: Wendy Andrea Ladino Fandiño, magíster en Ciencias

Agrarias de la UNAL


Agencia de noticias UNAL.- En este contexto, y debido al vacío de información en cuanto al rendimiento fisiológico y fenológico de la planta, la investigadora Wendy Andrea Ladino Fandiño, magíster en Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), evalúo la siembra, en condiciones de suelo y sustrato, de tres variedades de Cannabis sativa que se producen en la Sabana: Souce cauca, Higthcol y Calotoweed, con el interés de trazar una hoja de ruta para que los productores obtengan cultivos de la mejor calidad posible, y evitar pérdidas económicas por desconocimiento.

 La investigación se adelantó en la finca El Candil, en inmediaciones del Humedal de La Conejera, en Suba. Allí se sembraron, en junio de 2020, las tres variedades proporcionadas por una reconocida empresa de este sector, a partir de plántulas de 4 semanas de edad. Todo se realizó en condiciones de invernadero con una temperatura promedio de 17 oC, humedad relativa de 76,21 %, y luz tanto natural como artificial.

En el estudio se analizaron parámetros del crecimiento de la planta, de su composición química

y de la producción de cannabinoides.

 La clave está en el sustrato en el que se sembraron las plantas: en algunos tratamientos se realizaron en el suelo del invernadero, que tiene una textura francoarcillosa, mientras que en otros se implementó un sustrato comercial a base de 70 % de fibra de coco y 30 % de perlita. Después se trasplantaron a materas plásticas y allí se hizo un seguimiento riguroso de todas sus características fisiológicas, químicas y de rendimiento.

 Según la magíster, “solo teníamos información de otras investigaciones en torno al cáñamo, que aunque es la misma especie tiene características diferentes, por lo que la escala se ajustó para el cannabis medicinal de las variedades usadas en el estudio, determinando 5 etapas principales y los días en que ocurren, que van desde el crecimiento vegetativo (desarrollo de las hojas, formación de brotes laterales y elongación del tallo) hasta la formación del fruto (desarrollo y maduración).

Las plantas se dividieron en dos grupos, el primero se sembró en condiciones de suelo y el segundo

en sustrato comercial.

Por otro lado, se recolectaron ramas, incluyendo hojas y tallos, a los 15, 30, 46, 60 y 90 días después del trasplante, para realizar análisis completos de nutrientes. Se determinó que el sustrato retiene una mayor cantidad de nutrientes (iones) comparado con las condiciones de suelo; además, se estableció la curva de extracción de estos nutrientes en las condiciones del experimento, lo cual es un aporte valioso, aunque requiere de más investigaciones.

Sin embargo, ocurrió algo interesante, y es que las plantas sembradas en el sustrato presentaron estrés nutricional y producían más cannabidiol, lo cual no sucedió en las plantas que estaban en el suelo del invernadero, que tenían un mejor porte visual, pero no un mejor rendimiento en estos compuestos.

Estos hallazgos ayudarían a tener mejores rendimientos en los cultivos para la producción de aceites,

cremas y pomadas medicinales de Cannabis sativa. Foto: archivo Unimedios.

 “Se observó que las plantas de estas variedades de cannabis ‘aman’ el nitrógeno, por lo que, a diferencia de otros cultivos como el de papa, tomate o las flores, necesitan cantidades mucho mayores; así, se necesitan planes de fertilización acordes con estas necesidades, y que eviten la acumulación de otros minerales como hierro, cobre y zinc, que no son los más indicados para su desarrollo medicinal”, indica la investigadora Ladino.

Añade que, “aunque este es un sector competitivo en el país, se sabe poco sobre el cultivo; la información que tenemos sobre parámetros de cosecha en general viene de otros países de Europa, o de Canadá, que tiene un gran desarrollo en este campo, por lo que es necesario determinar qué ocurre en las condiciones de cultivo en el trópico, y del rendimiento de los extractos y la flor de esta planta”.

Los algoritmos de machine learning aportan al reconocimiento de cultivos ilícitos.

Según el Ministerio de Justicia y del Derecho, a septiembre de 2023 el país registraba 31,7 hectáreas de cultivo de plantas de cannabis no psicoactivo, y 19,4 que sí lo son. La legalización del cannabis para uso medicinal se dio a penas en 2016, por lo que es una industria en crecimiento que aún está consolidando muchas bases, aunque en el país este cultivo se ha dado desde hace mucho tiempo, pero la ilegalidad ha opacado las investigaciones sobre su rendimiento.

Vapor de agua atmosférico alertaría sobre tormentas en la Sabana de Bogotá


AgenciaUNAL- Monitorear el vapor de agua
atmosférico con estaciones GPS ayudaría a entender
cómo funciona la atmósfera en la Sabana de Bogotá.
Foto-Unimedios


Agencia UNAL.- En la Sabana de Bogotá, estos eventos se presentan en el 25 % de los días del año, y la mayoría durante marzo, abril, mayo, septiembre, octubre y noviembre. Así lo evidencia la investigación del ingeniero ambiental Alejandro Casallas García, magíster en Meteorología de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) y miembro del Grupo de Investigación en Ciencias Atmosféricas, quien estudió el fenómeno de la convección en la Sabana de Bogotá, cuyos resultados se publicaron en la revista Atmósfera.

“Mi trabajo se centra en la convección atmosférica, que es básicamente el ascenso de aire y cómo este ocasiona el desarrollo de nubes y precipitación. Cuando se habla de un proceso convectivo se refiere a la formación de una nube, y tales procesos intensos o profundos hacen alusión a nubes muy grandes que producen lluvias o tormentas”, explica.

AgenciaUNAL- Los eventos de convección estarían
asociados con las fuertes tormentas recientes en Bogotá.
EITAN ABRAMOVICH -AFP

Agrega que “además quería comprobar las hipótesis descritas por anteriores investigadores, quienes proponían que esa convección ocurre cuando los vientos –que predominantemente vienen del este– cambian su dirección (se vuelven vientos del oeste) trayendo consigo masas de aire húmedo desde el Valle del Magdalena hacia la Sabana de Bogotá, produciendo convergencia y por ende generando grandes nubes.

“Seleccionamos cerca de 500 eventos de convección intensos e identificamos cuántos de estos coincidían con vientos del oeste. Utilizamos datos de estaciones en superficie, en los cuales calculamos, por ejemplo, el promedio de la temperatura, el contenido de vapor de agua, y la dirección y rapidez del viento, entre otras variables. Tratamos de determinar sus diferencias, por ejemplo, con el promedio de condiciones normales en la Sabana de Bogotá, con el fin de analizar los cambios que se producen en estas variables cuando se desarrolla un evento de convección”, describe.

AgenciaUNAL- Movimiento del vapor de agua
sumado en toda la atmósfera.
Foto - Verónica Arias
Según narra el magíster, para estudiar el comportamiento del vapor de agua atmosférica con suficiente resolución temporal se utilizaron datos de una estación GPS del Servicio Geológico Colombiano. Esta tecnología utiliza el retraso que ocasiona el vapor de agua atmosférico en el tiempo que tarda una señal en atravesar la columna atmosférica.

De esta forma, se puede estimar con alta precisión el contenido del vapor de agua y su evolución temporal en escalas de tiempo muy cortas, y estudiar su conexión con el desarrollo de tormentas. “No encontramos evidencia de un desplazamiento de masas cálidas y húmedas de aire del Valle del Magdalena hacia Bogotá. Más bien, parecen ser procesos termodinámicos locales asociados con la evolución temporal del campo de vapor de agua y temperatura, los principales responsables de las tormentas en Bogotá”.

Para el investigador, poder monitorear el vapor de agua atmosférico con estaciones GPS ayudaría a entender mejor las condiciones en las que se desarrollan las tormentas en la Sabana de Bogotá, lo cual sería el insumo principal para desarrollar alertas tempranas de este tipo de eventos.

AgenciaUNAL- Los resultados de esta investigación
se constituyen en un primer paso hacia el desarrollo de
un sistema de alerta temprana para tormentas intensas.
Juan BARRETO - AFP
Aunque actualmente existen sistemas de predicción del tiempo que incorporan modelos de simulación atmosférica con observaciones de distintos tipos (estaciones meteorológicas, información satelital, radares meteorológicos, etc.), estos no permiten pronosticar con precisión la localización ni el momento exacto de ocurrencia de una tormenta como las que se presentan en la Sabana de Bogotá.

Los resultados de esta investigación constituyen un primer paso hacia el desarrollo de un sistema de alerta temprana para tormentas intensas a partir del monitoreo local en tiempo real y alta resolución de variables como el contenido de vapor de agua, la velocidad del viento y la temperatura.
Creado por fin/SMC/MLA/LOFN.° 539

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