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Con ocasión de la aprobación del presupuesto de Bogotá para 2014 se confirma el acelerado crecimiento de los ingresos del Distrito y surgen preguntas sobre las vías que se deben seguir para invertirlos en la construcción de equidad social.
El alcalde de Bogotá acaba de sancionar el presupuesto para 2014 previamente aprobado por el Concejo. Asciende a $ 14.7 billones, lo que representa un incremento, en pesos corrientes, del 7,56 % respecto al de 2013. De ese monto, $ 2 billones son para funcionamiento, $ 12.2 billones para inversión y medio billón para servicio de la deuda.
En el presupuesto de 2014 se mantiene la tendencia a privilegiar cuatro grandes sectores que se llevan alrededor del 86% de las asignaciones para inversión. Ellos son: movilidad ($ 4,1 billones; 34,73% de la inversión), educación ($ 2,8 billones; 24,50%), salud ($ 2,2 billones; 19,36%) e integración social ($ 0.9 billones; 7,37%).
Hay dos observaciones gruesas por hacer en relación con el presupuesto. La primera es que se mantiene la tendencia a proporcionar a determinados sectores más recursos de los que pueden ejecutar. Es un problema que viene de años atrás. Los recursos de la ciudad han crecido a un ritmo muy superior al de la capacidad de ejecución del Distrito. Así, por ejemplo, en los 4 años que van de 2009 al 2013, los ingresos tributarios de Bogotá crecieron en un 33.5%, en términos nominales, lo que equivale a casi un 20% real (es decir, descontada la inflación). Otros datos muestran que entre 2000 y 2013, los ingresos corrientes (básicamente tributarios) más las transferencias se doblaron en términos reales.
Entre tanto han ocurrido dos cosas. La estructura político administrativa de la ciudad no se ha modernizado, ni ha aumentado la capacidad operativa de sus entidades. Y, por otra parte, ha entrado en juego lo que los economistas llamarían restricciones de la oferta de factores productivos. Para decirlo en castellano: muchas entidades reciben recursos que no pueden invertir porque no hay la oferta de suelo, o de personal capacitado, o de insumos requeridos para realizar las obras o los programas correspondientes. Así por ejemplo: la Secretaría de Educación no consigue suelo con licencias en las zonas donde debe construir colegios, ni la de Integración Social en donde debe construir jardines infantiles. Y esta última Secretaría difícilmente encuentra empresarios del suministro de alimentos que puedan ofrecerle raciones oportunas y de calidad para abastecer los comedores comunitarios y otros centros de asistencia.
Manifestaciones de lo anterior son los niveles de ejecución presupuestal sub óptimos (otro término de los economistas) y el tránsito de recursos no gastados de una vigencia a otra, bajo figuras como la de los “recursos del balance” ($ 2.1 billones en el presupuesto de 2014).