Kennedy y Puente Aranda entre las localidades que concentran más calor en Bogotá

En algunas localidades de Bogotá hace más calor durante el día que en otras.
Foto: archivo Unimedios.
El fenómeno urbano conocido como “isla de calor” es un aumento de la temperatura en las ciudades frente a las zonas rurales, producido por materiales como el asfalto o el cemento, que absorben el calor durante el día y lo liberan en la noche.

En Bogotá este no es homogéneo; por ejemplo en Usaquén, Chapinero o Teusaquillo –en el norte y oriente– se disfruta de un “respiro térmico” “gracias a la presencia de parques, corredores verdes y árboles de gran tamaño que ayudan a disipar el calor y mantienen activo el ciclo natural de la humedad”, explica la investigadora Angélica María Quintana Linares, magíster en Geomática de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL).

Su trabajo consistió en observar mediante imágenes satelitales cómo cambió la distribución del arbolado en Bogotá entre 2014 y 2024, y su relación con la temperatura superficial. Los resultados muestran que las zonas con temperatura más baja cuentan con parches de árboles más grandes, de entre 900 y 4.000 m2.

Estos espacios permiten que el calor se reduzca entre 1,7 y 2,1 °C, con capacidad de refrescar áreas de hasta 300 m a la redonda, lo que demuestra el impacto tangible del arbolado en el bienestar urbano.

“Entre las 2 y las 3 de la tarde se concentra la mayor cantidad de calor en la ciudad. Por ejemplo Kennedy puede superar los 30 °C en los sectores con predominio de fábricas, conjuntos residenciales y pocas zonas verdes, o vegetación dispersa que no logra mitigar la temperatura”, indica la experta.

Los árboles son cruciales para mitigar el calor, por lo que las zonas
con menos cobertura vegetal registran más grados centígrados.
Foto: María Fernanda Londoño, Unimedios.
La temperatura está por las nubes

Además de usar imágenes del satélite LANDSAT 8, la magíster recolectó datos de 24 estaciones meteorológicas de la Red de Monitoreo de Calidad del Aire de Bogotá (RMCAB) y del Sistema de Alerta de Bogotá (SAB), para determinar cómo se distribuye el calor a lo largo del día y entre las localidades.

En los 10 años estudiados observó que las zonas con acumulación térmica aumentaron un 8 %, sobre todo en las localidades de Kennedy, Puente Aranda, Bosa, Antonio Nariño, Barrios Unidos y Engativá.

Luego, mediante un software de simulación, analizó cómo los parches de árboles —como los presentes en Chapinero o Usaquén—reducirían el calor en otras zonas. Los resultados muestran que con suficientes metros cuadrados de arbolado, en Kennedy la temperatura podría disminuir entre 1 y 2,5 °C.

Algunas localidades tienen más fábricas e industrias que
árboles, lo  que acelera el aumento de islas de calor.
Foto: archivo Unimedios.
El estudio también advierte que las islas de calor impactan en la salud de los habitantes, ya que la sobreexposición puede causar agotamiento, deshidratación o dificultad respiratoria, especialmente en adultos mayores o niños con enfermedades pulmonares.

La investigación se concentró en las temporadas del fenómeno de El Niño (entre diciembre y febrero), cuando aumentan las temperaturas y disminuyen las lluvias. Aunque no se identificaron las especies arbóreas específicas, un nuevo trabajo conjunto con el Departamento de Biología de la UNAL busca clasificarlas a partir de los datos satelitales.

Aunque el calor urbano es un desafío creciente, la investigación demuestra que la naturaleza ya ofrece parte de la solución: los parches de arbolado urbano, que reducen la temperatura del aire, mejoran el confort térmico y hacen más habitable la ciudad. Planificar su siembra no es un lujo estético, sino una medida de salud pública y bienestar.

El avance de la urbanización también influye en el aumento de la
temperatura, por materiales como el cemento y asfalto.
Foto: archivo Unimedios.
Un dato adicional que evidencia la desigualdad en la cobertura vegetal es que las localidades con menos calor (Candelaria, Chapinero, San Cristóbal, Suba, Teusaquillo, Usaquén y Usme) concentran el 80 % del arbolado de Bogotá, mientras que Kennedy, Puente Aranda, Bosa y Engativá apenas cuentan con el 20 %.

La magíster Quintana concluye señalando que “la ciudad puede aumentar y conectar sus zonas verdes en donde más se necesitan, creando corredores de sombra que mitiguen el calor del occidente. Cada árbol nuevo y cada árbol que se conserva es una forma de proteger la vida urbana en una capital que cada día siente más el aumento del termómetro”. Su trabajo fue dirigido por la profesora Nelly Rodríguez Eraso, de la Facultad de Ciencias Agrarias de la UNAL.
Un plan de siembra de miles de metros cuadrados de árboles ayudaría a disminuir
hasta 2 °C en localidades como Kennedy y Puente Aranda.
Foto: archivo Unimedios.

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